Resumiendo: una manera de guiñar un ojo a La mala de la película, y lo que surja. Quizás descubras si tiene imanes en su nevera. Por cierto, no sé si fui niña de Nocilla o de Nutella, pero entre el Parque de atracciones y la Warner, siempre lo tuve claro. Poco me importó su nombre.
No lo oculto. Entre ver la nevera de Dios, Sorrentino o La mala de la película, me quedo con la última. Es amor (literario) lo nuestro. Todo el mundo lo sabe.
Nocilla. Blanca. Siempre.
Nunca he ido a la Warner. Me dan miedo los parques de atracciones. Soy así. Te cruzo el Atlántico en velero pero no me atrevo con la montaña rusa. Contradicciones.
Ni en mi nevera me atrevo a dejar constancia de los viajes que me he marcado, adelantándome a la posibildiad de que me pregunten por qué he hecho tantas paradas en Cuenca... Y la nutella, yo, a cucharadas. Todo al revés, pero no importa. ¿Hasta cuando cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? La respuesta la saben todos...
Resumiendo: una manera de guiñar un ojo a La mala de la película, y lo que surja. Quizás descubras si tiene imanes en su nevera. Por cierto, no sé si fui niña de Nocilla o de Nutella, pero entre el Parque de atracciones y la Warner, siempre lo tuve claro. Poco me importó su nombre.
No lo oculto. Entre ver la nevera de Dios, Sorrentino o La mala de la película, me quedo con la última. Es amor (literario) lo nuestro. Todo el mundo lo sabe.
Nocilla. Blanca. Siempre.
Nunca he ido a la Warner. Me dan miedo los parques de atracciones. Soy así. Te cruzo el Atlántico en velero pero no me atrevo con la montaña rusa. Contradicciones.
Abrazo enorme, Leire.
Ni en mi nevera me atrevo a dejar constancia de los viajes que me he marcado, adelantándome a la posibildiad de que me pregunten por qué he hecho tantas paradas en Cuenca... Y la nutella, yo, a cucharadas. Todo al revés, pero no importa. ¿Hasta cuando cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? La respuesta la saben todos...